“Cuando me alejo un poquito del arte, el arte vuelve a mí”
Creado por: Lola Ferrin
Desde que era niña, Lina María Saavedra De La Cruz soñaba con crear espacios. Lo hacía sin saber aún que esa inquietud la llevaría a convertirse en una gestora cultural destacada, cuya obra refleja un profundo entendimiento de la esencia del Valle del Cauca. “Siempre me imaginé creando espacios, no solo era una casa, era un comedor, un stand. Siempre me interesó el styling que puede tener un espacio… la dirección artística es lo que más me conecta”.
En su trayectoria, la arquitectura y la gestión cultural no son simples disciplinas, sino herramientas que convergen para contar historias. Arquitecta de profesión, su obra trasciende el diseño de espacios físicos para tocar el alma de la cultura vallecaucana, buscando ese hilo conductor que une a las personas con sus raíces y territorios. “Mi trabajo no es solo sobre estructuras o espacios, es sobre conexiones”, afirma la egresada de la Especialización en Gestión de las Artes y la Cultura de la Javeriana Cali.
Lina comenzó sus estudios en ingeniería civil, pero rápidamente entendió que su vocación iba más allá de los cálculos y las estructuras convencionales. Fue la arquitectura, con su capacidad para entrelazar diseño, arte y funcionalidad, la que se convirtió en su vehículo para explorar y expresar su pasión. Desde sus primeros proyectos universitarios, hasta sus recientes colaboraciones con instituciones como La Tertulia y Delirio, Lina ha demostrado que la cultura es el pilar de su quehacer profesional.
"Desde pequeña tuve inquietudes espaciales: ¿quién decide que esto vaya aquí, que tenga este color o que la iluminación sea de esta manera?".
Su pasión por la cultura tiene raíces familiares y personales. Las visitas a museos y ciudades, impulsadas por acuerdos tácitos entre los suyos, moldearon su visión del mundo. “Yo llegaba a un museo ya con imaginarios construidos por lo que había leído. Luego, al recorrer las salas, sentía cómo esas historias se tejían con lo que veía”. Esas experiencias no solo despertaron su interés por la curaduría de espacios, sino que también le permitieron entender la importancia de contextualizar la cultura en el diseño.
Tras graduarse, se sumergió en el mundo del diseño arquitectónico y escenográfico. Su primer gran proyecto en el sector cultural llegó casi por casualidad, cuando asumió la remodelación de la Cinemateca del Museo La Tertulia. “Fue un momento increíble, y de repente me encontraba trabajando en un lugar que había sido una referencia para mí”. Este fue solo el inicio de una fructífera etapa en la que Lina desempeñó múltiples roles, desde arquitecta hasta museógrafa y curadora. “Fue un sueño hecho realidad; poder devolverle algo al lugar que tanto me inspiró durante mi formación”.
A partir de esa experiencia, consolidó su reputación como una profesional capaz de entender y plasmar la esencia del territorio en sus diseños. Proyectos como la exposición El Entusiasmo de una idea de Manolo Lago le dieron la oportunidad de profundizar en su admiración por la arquitectura moderna y trabajar de la mano de la licenciada en Artes Visuales, Adriana Castellanos Olmedo.
“La exposición de Manolo Lago fue un proyecto lleno de detalles, cada espacio fue pensado con precisión, y creo que logramos conectar profundamente con los visitantes”.
“Cada exposición o espacio que he diseñado tiene su propio lenguaje. Siempre procuro que los detalles hablen, que haya una intención detrás de cada elección, desde los colores hasta la disposición de los elementos”, explica. Ese nivel de detalle y autenticidad ha sido su sello distintivo, algo que reconocen tanto colegas como visitantes de sus proyectos.
Uno de los puntos de inflexión en su carrera fue su participación en el Museo de la Casa de las Memorias del Conflicto y la Reconciliación. Este proyecto la enfrentó a una realidad que transformó su perspectiva profesional y personal. “Entender que el cuerpo de las mujeres es el primer territorio vulnerado en Colombia fue desgarrador. Diseñar un espacio basado en el dolor y la memoria de las víctimas no es algo que tomes a la ligera. Me obligó a reflexionar profundamente sobre el respeto y la responsabilidad que conlleva trabajar con esas historias”. A pesar de las complejidades emocionales, Lina encontró en este proyecto una nueva forma de conectar con las personas a través de los espacios, entendiendo su trabajo como una herramienta para la reconciliación y la sanación colectiva.
“Aprendí que los espacios tienen cargas emocionales: pueden ser de reconciliación, amor o dolor, y eso cambia la forma en que los concibo”.
Lina también ha dejado su huella en eventos emblemáticos de la región, como el Festival Petronio Álvarez, la Feria de Cali y Delirio. Su enfoque va más allá de la estética; busca crear espacios que conecten con la esencia de las personas. “Creo que tengo un entendimiento de la cultura vallecaucana que me permite crear desde la esencia, no desde el cliché”, asegura. Este conocimiento, fruto de años recorriendo y viviendo el Valle del Cauca, le ha permitido diseñar montajes que no solo son visualmente impactantes, sino también significativos.
Su tiempo en Delirio ha sido un punto de inflexión en su carrera. “Delirio es mi espacio libre de creación. Es donde más me expando creativamente, donde puedo combinar mis raíces caleñas con propuestas innovadoras. Es un lugar donde la magia de la salsa se convierte en una experiencia tangible”. Rodeada de un colectivo de mujeres talentosas, Lina ha encontrado un lugar donde sus ideas son valoradas y potenciadas. “Trabajar con ellas me ha enseñado a confiar en mis capacidades, a saber que lo que hago tiene valor y que siempre se puede mejorar en equipo”.
La conexión es, según Lina, el sello distintivo de su trabajo. “Con las personas, con los proyectos, con la esencia del territorio. Procuro que cada proyecto tenga autenticidad, magia y respeto”. Y no es para menos, ella tiene. Un entendimiento profundo de la esencia del Valle del Cauca. Conoce cada rincón y eso le permite crear, no desde el cliché, sino desde lo auténtico. “Creo que ese ha sido mi aporte: ir más allá de lo obvio para crear algo que realmente resuene con la gente”.
“Sueño con una ciudad creativa, con una Cali que tenga más fuerza como ciudad cultural”.
Cuando se le pregunta por el futuro, asegura que se visualiza haciendo lo que ama: gestionando proyectos culturales que fortalezcan la identidad caleña y vallecaucana. Sueña con una Cali más creativa, una ciudad que reconozca y potencie su riqueza cultural. Para ella, el arte y la cultura no son solo profesiones, sino formas de vida. “Cuando me alejo un poquito del arte, el arte vuelve a mí”.
Por lo pronto, se prepara para lo que será el show de Delirio durante la Feria de Cali, además de liderar la exposición de Botero en el Museo de la Casa Guillermo León de Popayán en colaboración con el Museo Nacional de Colombia. “Creo que cada vez entiendo más mis capacidades para la creación. Puedo, lo hago, lo quiero hacer, y lo voy a hacer”.
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