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Editorial Diálogo Social

 

Editorial Diálogo Social

*Por Carlos Duarte

La expresión diálogo social está en auge. El proceso de paz inundó nuestro tejido social, académico y de intervención no gubernamental con numerosos proyectos y experiencias; que, al menos, discursivamente, han buscado cerrar las heridas y los agrietamientos que nuestro conflicto armado y las violencias desencadenadas por el mismo, han producido sobre nuestra geografía nacional durante los últimos 50 años. 

Entonces, términos tan llamativos como “diálogos improbables”, “negociaciones entre opuestos”, “gestión de conflictos interculturales e interétnicos” inundaron el vocabulario de la intervención social. Del mismo modo, intrépidas apuestas por la “reconciliación”, la “verdad” y el cambio de enfoque de una justicia transicional punitiva en dirección de una aproximación de corte restaurativa, parecieron ocupar el pan de cada día durante los primeros dos años subsiguientes a la firma de la Habana. 

A pesar de su utilización en el lenguaje común, en el político y en diversos documentos internacionales, la definición del “diálogo social” aún parece ser poco clara en términos de precisión conceptual. Quizás esa relativa indefinición sea parte de su misma utilidad. El contexto anterior fue el caldo de cultivo propicio, que nos animó a proyectar la convocatoria de este número 214: aterrizar con mayor nivel de rigurosidad la nebulosa que envuelve la técnica de diálogo social, convocando reflexiones que contemplen experiencias dialógicas entre sectores sociales diversos, con un especial interés en los temas de construcción de paz, ordenamiento territorial, sostenibilidad ambiental y diálogo comunitario.

Sin embargo, en el tiempo que nos ha tomado dar a luz el presente dossier, la fe en el diálogo parece haberse extraviado; al tiempo que los nubarrones sobre la implementación del proceso de paz parecen cada vez más densos y oscuros. 

De este modo, el resultado de este pesimismo generalizado en torno al proceso de paz ha influido en los resultados de nuestra convocatoria. Como veremos, a continuación, el presente conjunto de artículos bien podría titularse: dificultades para implementar un proceso de diálogo social. Pensamos que este resultado inesperado, es el mejor reflejo de nuestra polarización política constitutiva. Visto desde la comodidad del presente, no deja de sorprender, que ni siquiera la expectativa de una paz posible, pudo revertir nuestra dinámica autodestructiva -que busca por todos los medios- deslegitimar a todo aquel que se percibe como el otro.

Bajo el anterior contexto, el lector encontrará en primera instancia los prolegómenos de un diálogo social que ya se avizoraba complicado durante la formalización misma del Acuerdo de Paz. El articulo de John Sabogal, titulado “Las apuestas étnicas por la paz: antagonismos democráticos y diálogos sociales reticulares”, nos permite observar la incidencia de las organizaciones indígenas y afrodescendientes en el proceso de negociación de paz de La Habana. Conviene prestar atención a la propuesta del autor para pensar diálogos sociales reticulares como impulsores de transformaciones a partir de antagonismos democráticos y deliberativos.

 Posteriormente, el articulo de Edilberto Vergara y Katerine Duque evidencia los retos del diálogo social en el proceso de implementación del Programa de Desarrollo con Enfoque Territorial –pdet– en la región Alto Patía y Norte del Cauca. Esta reflexión, da cuenta del juicioso ejercicio que la Línea de Investigación Aplicada en Movimientos Sociales y Construcción de Paz del Instituto de Estudios Interculturales de la Universidad Javeriana en Cali, viene realizando a la identificación y transformación de los numerosos retos políticos, institucionales, participativos y comunitarios de los dispositivos de diálogo social en clave intercultural.

De manera complementaria con el trabajo anterior, la investigación de Juliana Duarte, “Ordenamiento territorial interétnico para la construcción de paz en el Catatumbo, Norte de Santander”, permite profundizar en torno a las territorialidades rurales que se traslapan y parecen oponer las necesidades territoriales de comunidades igualmente vulnerables como las de los indígenas Barí y las comunidades campesinas del nororiente colombiano.

Si bien los contextos interculturales presentan un alto grado de dificultad para desplegar diálogos sociales integrativos, pero al mismo tiempo respetuosos de la diferencia, los siguientes dos artículos que el lector descubrirá en su paso por nuestra revista 214, dan cuenta de dos retos adicionales. De una parte, el trabajo de Juan Manuel Díaz permite revisar cómo se percibe, interpreta y experimenta el destierro y desarraigo derivado del conflicto armado sobre dos comunidades Embera asentadas en el municipio de Puerto Boyacá mediante un enfoque narrativo al tiempo que territorial. De otra parte, el articulo de Sergio Borda y Jhon Alexander Giraldo, es una oportunidad para pensar la zonificación ambiental desde un enfoque realmente participativo, bajo el cual la conservación de la naturaleza y su planificación no significan una antítesis para el cumplimiento de la Reforma Rural Integral, acordada entre el Estado colombiano y las farc.

A continuación, el texto de Ana María Solarte y Agustín Rentería nos permite pensar en torno a la importancia de la etno-educación como pauta fundante de verdaderos y duraderos procesos de autonomía política. Por último, pero igualmente relevante, el trabajo de Saúl Horacio Moreno, es una ventana internacional, para avizorar las dificultades y diversas aristas que se presenta para el diálogo social público-privado cuando se pone en juego el tejido productivo local. El texto de Saúl Moreno se sustenta en un estudio de caso que reconstruye las tensiones en torno a la construcción de una autopista en el Golfo de México.

A pesar de las dificultades que el presente dossier muestra, el diálogo social llegó para quedarse, sobre todo en un contexto en el que los pobladores rurales se esfuerzan por construir nuevas realidades de convivencia y paz. Ante la fragilidad de nuestro reciente periodo de post-acuerdo, la reconfiguración de dinámicas armadas y de persecución a liderazgos sociales; la sociedad civil y sus consecuentes procesos de diálogo como de articulación social, se constituyen en elementos necesarios para no claudicar en la posibilidad de continuar madurando mejores condiciones para superar nuestra polarización endémica. De lo anterior dependerá –una vez más– la esperanza de refundar la paz bajo prerrogativas de equidad social.

Artículos

Consulte y descargue los artículos de la edición Núm. 214 (2020)

Editorial

Editorial

Las apuestas étnicas por la paz: antagonismos democráticos y diálogos sociales reticulares

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Retos del diálogo social intercultural: el caso del PDET Alto Patía y Norte del Cauca

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Ordenamiento territorial interétnico para la construcción de paz en el Catatumbo, Norte de Santander (Colombia)

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Zonificación ambiental participativa: una oportunidad para la conservación de la naturaleza y su planificación en el posacuerdo

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Narrativas territoriales Embera entre el Alto San Juan y Magdalena Medio

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Etnoeducación para la autonomía: reflexión políticopedagógica sobre un proceso de formación con comunidades negras en el Cauca

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Pequeñas empresas y reacciones sociales ante la construcción de una autopista en el golfo de México

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